Por las ventanas abiertas oía el tráfico: pies que iban a trabajar, tranvías que frenaban en las esquinas, autos que aceleraban. Odiaba al mundo y su serena certidumbre de tener un propósito. Todo estaba en ruinas. Se lo había jugado todo. Todo por nada.
Rosemary Sullivan
Laberintos del Deseo
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