-Tómese una aspirina.
-Ya lo hice, no pasa.
-Mmmm… entonces no sé que más pueda hacer.
-Duele mucho.
-Intente descansar, por qué no duerme.
-Tal vez esa sea la solución, desde que desperté me empezó el dolor.
…
Primero fue el dolor en los ojos. Comenzó cuando di un vistazo a mí alrededor, todo era diferente… y dolieron. Luego los oídos, qué sonidos tan horribles que ellos producían; no sabía quienes eran, ni lo que estaban haciendo, pero su bullicio era ensordecedor. Ya en ese momento mi cabeza no se sentía bien, pero ese olor nauseabundo fue lo que activó el dolor, como una punzada incesante que me exigía dejar de sentir y percibir aquellas cosas insoportables. Mi cerebro no podía procesar tanta información… parecía que iba a estallar.
…
Tenía razón, dormir era lo mejor, que mejor analgésico que cerrar los ojos e ignorar lo que no podemos entender. Pero, ¿qué pasará cuando vuelva a despertar? No puedo estar dormida por siempre.
...
Otra mirada…
“Bastó con abrir bien los ojos para descubrir lo que no éramos, pero para vislumbrar lo que queremos ser es preciso cerrarlos de vez en cuando e imaginar una ciudad futura, habitada por hombres para quienes la historia habrá dejado de ser una pesadilla y la libertad, la igualdad y la fraternidad meras palabras” [Ambrosio Fornet, 1970, ensayista y sociólogo cubano].
-Ya lo hice, no pasa.
-Mmmm… entonces no sé que más pueda hacer.
-Duele mucho.
-Intente descansar, por qué no duerme.
-Tal vez esa sea la solución, desde que desperté me empezó el dolor.
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Primero fue el dolor en los ojos. Comenzó cuando di un vistazo a mí alrededor, todo era diferente… y dolieron. Luego los oídos, qué sonidos tan horribles que ellos producían; no sabía quienes eran, ni lo que estaban haciendo, pero su bullicio era ensordecedor. Ya en ese momento mi cabeza no se sentía bien, pero ese olor nauseabundo fue lo que activó el dolor, como una punzada incesante que me exigía dejar de sentir y percibir aquellas cosas insoportables. Mi cerebro no podía procesar tanta información… parecía que iba a estallar.
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Tenía razón, dormir era lo mejor, que mejor analgésico que cerrar los ojos e ignorar lo que no podemos entender. Pero, ¿qué pasará cuando vuelva a despertar? No puedo estar dormida por siempre.
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Otra mirada…
“Bastó con abrir bien los ojos para descubrir lo que no éramos, pero para vislumbrar lo que queremos ser es preciso cerrarlos de vez en cuando e imaginar una ciudad futura, habitada por hombres para quienes la historia habrá dejado de ser una pesadilla y la libertad, la igualdad y la fraternidad meras palabras” [Ambrosio Fornet, 1970, ensayista y sociólogo cubano].
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