domingo, septiembre 23

Últimas reflexiones acerca de un pocillo verde


La luz de una llama avivada por el alimento recibido. Y como montada en el DeLorean de Regreso al Futuro vi la alegría sumergida entre tanto cansancio de un rato en el que como niños jugábamos a ser grandes, y aunque una labor bastante agotadora, se tenía la energía suficiente para imaginar ser otras cosas. Y tal felicidad se acrecentaba al ver el pocillo verde, pues ya intuíamos el contenido líquido que refrescaría nuestras gargantas para continuar con la próxima aventura que atropellaría nuestras mentes.

El pocillo era de Mario, ahí le servían el chocolisto, aunque en época de vacaciones parecía de todos y para servir casi de todo. Entre tanto compartir siempre quise uno así, un pocillo que fuera sólo para mí, pero en ese entonces no entendía lo que significaba la congregación alrededor del adminículo, antecedida por el llamado convocante y finalizado con la espera de que el último hubiera ingerido la bebida.

La llama tan avivada me devuelve al presente y al ver el fuego consumiendo el pocillo me invade una nostalgia que no me cabe en el pecho. Por un momento quise lanzarme al fuego a rescatar aquel objeto tan valioso para mí. En un segundo los odié a todos por no hacer nada, por dejar las cosas así como si no les importara, por dejar todo así. Pero me contuve y me detuve. Una horrible mueca del pocillo derretido me decía que su misión ya había terminado, otros recipientes me darían la felicidad que él en algún tiempo me brindó.
Adiós.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu texto es testimonio de que algunos objetos no son cosas inertes sino relaciones y conecciones.
En tu caso ése pocillo insulso para otros tiene una carga emocioonal y una capacidad de evocación que se hace patente en las palabras con que lo conjuras.
(Creo que esto me va a dar para escribir algo en mi blog)
Saludos... me gustó la manera como usas tu blog