jueves, diciembre 7

Es que el que escupe pa’ lo alto…

Quién lo iba a pensar. Una que dice que no, que nunca, que jamás andará detrás de un tipo; pendiente de lo que haga o deje de hacer; preocupada por lo que piense o siente; sí le hace falta algo o no; sí tiene alguna preocupación, algún problema, algo que lo haga sufrir; y más aún, correr como una desventurada en su auxilio a la primera queja, a la primera lágrima.

Y ahora en esas ando yo. Su nombre es David, tiene los ojos más grandes y negros que haya visto en mi vida. Su cabello es tan suave y tan negro. Cuando sonrie, ayy, es tan encantador que ante cualquier petición yo atiendo a ello sin pensarlo dos veces.
Pero no crean que he perdido la dignidad (bueno, sí lo he hecho el implicado no se ha enterado). Para que se hagan una idea, los pasatiempos de este hombre es chupar su dedo y jugar con su perrito Tuffy, su comida preferida es la galleta mojada en leche y la mitad del tiempo la ocupa en dormir. Si, en estas vacaciones ando de niñera, lo cual me da tiempo para pensar en cosas cómo estas, nunca digas nunca, el que escupe pa’ lo alto en la cara le cae, etc. Que ironías las de la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¬_¬

Ajá.

Pues la verdad... sí... imaginé de todo. Todo. T-o-d-o. Ay, caray! Hágame el favor y no juega conmigo, mire que me armé un resto de vídeos en menos de tres líneas y casi me da un infarto.

En fin, pasando al punto: seeee... una no sabe nada de na'. Quizás hoy puedas estar convencida de algo y mañana te das cuenta que ese día estabas loca por pensar eso. Las vueltas que da la vida, Anaid, son muchas. El mundo gira y gira y tú no sabes en dónde (con quién, ni cómo, jejejeje) terminarás al día siguiente.

Y sigo pensando: que el helado de chocolate se sigue derritiendo.

Au revoir!