Si. Hoy fue la combinación. Aunque no suelo ser supersticiosa toda mi vida he escuchado esta conocida frase: “los martes ni te cases ni te embarques” (debe ser peor para lo que caen 13).
Primero, casi no encuentro el salón de inglés y al parecer ya nos desterraron del edificio de Agronomía (el que supuestamente se está cayendo a pedazos).
Pero luego vino lo peor.
Es que solo a mí se me ocurre hacer vueltas tan complicadas como las del gobierno un día como hoy. Ya es bien sabido que la burocracia colombiana y yo no nos la llevamos nada bien, pero igual son un mal necesario. Me sorprendió que me atendieron en 10 minutos (si señor, como está leyendo, DIEZ MINUTOS). ¡Fantabuloso! Un recuerdo para la posteridad.
Mi señora madre me había dado mil pesos para que cogiera bus desde la registraduría de la localidad hasta mi casa, pero considerando que el camino era de unos 25 minutos a pie, decidí ahorrarlos (así es la vida del estudiante de pregrado de universidá pública, tiene que exprimir hasta el último peso). Yo toda alegre porque me despacharon rapidito y bien, me regreso a mi casita tranquila hasta que escucho un estruendo en el cielo que me dice que sí no le muevo me va a caer un diluvio encima. No sirvió de nada acelerar el paso porque las nubes se empezaron a derretir sobre mí, pero igual, no iba a coger bus ¡carajo!
De repente veo un brillo amarillo que parecía compadecerse (o burlarse, no lo se) de mi desgracia, al tiempo que me insistía a mi misma que NO IBA A COGER BUS.
Con la lluvia y el sol en la cara (literalmente) llegué lavada a mi casa con la incesante idea que sí no hubiera ido a esa registraduría de la ñoña estaría en mi humilde hábitat seca, con el almuerzo en la panza, tranquila, descansada y feliz, muy feliz, porque habría sido un Martes 13 superado. Esperar a ver como nos va con el de noviembre.
Primero, casi no encuentro el salón de inglés y al parecer ya nos desterraron del edificio de Agronomía (el que supuestamente se está cayendo a pedazos).
Pero luego vino lo peor.
Es que solo a mí se me ocurre hacer vueltas tan complicadas como las del gobierno un día como hoy. Ya es bien sabido que la burocracia colombiana y yo no nos la llevamos nada bien, pero igual son un mal necesario. Me sorprendió que me atendieron en 10 minutos (si señor, como está leyendo, DIEZ MINUTOS). ¡Fantabuloso! Un recuerdo para la posteridad.
Mi señora madre me había dado mil pesos para que cogiera bus desde la registraduría de la localidad hasta mi casa, pero considerando que el camino era de unos 25 minutos a pie, decidí ahorrarlos (así es la vida del estudiante de pregrado de universidá pública, tiene que exprimir hasta el último peso). Yo toda alegre porque me despacharon rapidito y bien, me regreso a mi casita tranquila hasta que escucho un estruendo en el cielo que me dice que sí no le muevo me va a caer un diluvio encima. No sirvió de nada acelerar el paso porque las nubes se empezaron a derretir sobre mí, pero igual, no iba a coger bus ¡carajo!
De repente veo un brillo amarillo que parecía compadecerse (o burlarse, no lo se) de mi desgracia, al tiempo que me insistía a mi misma que NO IBA A COGER BUS.
Con la lluvia y el sol en la cara (literalmente) llegué lavada a mi casa con la incesante idea que sí no hubiera ido a esa registraduría de la ñoña estaría en mi humilde hábitat seca, con el almuerzo en la panza, tranquila, descansada y feliz, muy feliz, porque habría sido un Martes 13 superado. Esperar a ver como nos va con el de noviembre.
2 comentarios:
Bieeeen... al menos a mí me pasa anualmente (gracias a Dios, solo hay un 8 de marzo en el calendario). Mi propuesta es la siguiente: HIBERNA. Punto. Cosa que del lunes pases al miércoles y sha stá, asunto solucionado.
No, a lo bien, eso como es psicológico... cojamos seriedad y nos ponemos las pilas para que el Universo conspire a nuestro favor y podamos ser felices durante esos nefastos días.
Publicar un comentario